Los condes de Barcelona y Urgell establecieron una de las fortalezas más importantes de la Marca Hispánica en el actual núcleo de Barberà de la Conca.
En 1068 el señor Arnau Pere de Ponts construyó el castillo de Barberà, elemento imprescindible tanto para garantizar la seguridad del entorno, expuesto en las razias del islam, como para controlar la administración de la propia población. Barberà se convirtió en el centro de un comanda desde el que administraban la repoblación del territorio. Los templarios eran propietarios de varias fincas, cedidas a campesinos que se cuidaban, estas actividades no se limitaban a la agricultura, también se desarrolló la ganadería. Cuando se extinguió el Temple (1312), sus propiedades pasaron a la orden del Hospital. Los hospitalarios ya tenían una comanda en l’Espluga de Francolí, que se asoció con ésta para mejorar la administración de sus bienes en la comarca.
En 1366 fray Guillem de Guimerà fue nombrado comendador de Barberà, un personaje importante y muy influyente, con incidencia en la corte en la época de Pere el Cerimoniós. Es bajo la dirección de Guillem de Guimerà, que se hizo obras importantes en el castillo, con la construcción de un cuerpo nuevo, o palacio, adosado a la construcción antigua. La capilla estaba dedicada a San Salvador, advocación que más adelante se cambió por la de San Juan.
En los últimos decenios del siglo XX había sobrevivido entre escombros, hasta que en los años noventa el grupo Amics del Castell puso en marcha una campaña para restaurarlo. En la actualidad en el castillo de Barberà, que formó parte de la orden de los templarios, hay dos edificios visitables, la antigua capilla y la torre. Y a menudo se realizan conciertos, conferencias, exposiciones, catas de vinos, cine…
