En el pueblo que vio nacer la primera experiencia de bodega cooperativista de todo el Estado, Cèsar Martinell construyó el edificio, situado al sur de la población y a pie de carretera, entre 1920 y 1921, por encargo de la sección de viticultura del Sindicato Agrícola de Barberà, con la ayuda económica del Banco de Valls.
Su proyecto incorporaba cuatro grandes novedades técnicas (tanto constructivas como de tecnología de producción vitivinícola) que se convirtieron en invariantes propias de su obra en casi todas sus bodegas. Estas invariantes se concretan en: la construcción de la estructura de las naves basada en arcos parabólicos de ladrillo, la situación de las ventanas para la ventilación de las naves, los depósitos subterráneos cilíndricos y separados por cámaras aislantes ventiladas, y la composición y texturas de las fachadas.
El edificio consta de dos naves rectangulares de dimensiones desiguales y dispuestas paralelamente, con cubiertas diferentes de teja sobre cerchas de madera e interior resuelto en los laterales con arcos parabólicos aligerados de ladrillo a sardinel.
El cuerpo principal tiene un plano basilical y contiene las tinas de superficie. Los pilares interiores se ramifican longitudinalmente y forman arcos parabólicos.
Es especialmente curiosa la torre del depósito de agua (construida en 1929) con una estructura y forma similar a la del campanario barroco de la población, con el que establece un cierto diálogo y mimetismo.
Destacar finalmente el largo pasillo subterráneo que atraviesa la nave principal y que resguarda con cuidado cientos de botellas de cava de la bodega.
